Diálogos IV.

La República es una asombrosa síntesis del pensamiento de madurez platónico (mundo de las Formas o Ideas, inmortalidad del alma, acceso a la Forma del Bien mediante la dialéctica reservada al filósofo) aplicada a la teoría política y a la organización del Estado ideal.La República (título que el traductor acepta por respeto a la tradición, no sin advertirnos que comunica muy mal el término griego politeía con el que Platón designa la organización política) culmina la concepción principal que Platón expone en los demás diálogos «ideológicos» (Fedón, Banquete, Fedro) de su etapa de madurez o plenitud: la teoría metafísica de las Formas o Ideas, con su jerarquía coronada por la Forma del Bien; además aporta algunos elementos novedosos y esenciales para el devenir de la filosofía y la psicología griegas y occidentales: una teoría de la ciencia, enfoques teológicos y antropológicos. Pero su tema central, el más conocido del diálogo, es la concepción de la sociedad ideal y el modo de organizarla, así como la teoría pedagógica que lleva aparejada. Los diez libros que componen la obra suelen dividirse en cinco partes:el libro I, un diálogo socrático acerca de la naturaleza de la justicia: las diversas concepciones van desde el dominio del más fuerte hasta la de excelencia del alma;del II al IV, exposición del proyecto político platónico: el Estado sano, cuyos miembros cooperan entre sí, y la educación necesaria para tal fin; pautas para la poesía; beneficios educativos de la gimnasia y la música; clases sociales en el Estado ideal: gobernantes, soldados, labradores y artesanos; el Estado ideal posee las mismas partes y virtudes que el alma individual, y debe coronarse con la justicia, la sabiduría, la moderación y la valentía;del V al VII, la sección más filosófica de la obra: se tratan cuestiones como la de la naturaleza de la mujer (que no es inferior a la del hombre, lo que la capacita para recibir la misma educación y desempeñar las mismas tareas), la comunidad en el Estado ideal de mujeres e hijos entre los guardianes gobernantes (no hay, pues, núcleo familiar y todo se enfoca hacia el bien común), la entronización de los filósofos, amantes del saber y de las Ideas o Formas, como gobernantes (puesto que son los que más pueden acercar el Estado real a su concepción ideal), las diferencias entre el verdadero filósofo y el que sólo remeda su apariencia, la formación adecuada de los mejores jóvenes con vistas a su ejercicio como gobernantes y la hermosa y famosísima alegoría de la caverna sobre el engañoso mundo de las apariencias, las sombras y la oscuridad y el luminoso mundo inteligible de las Ideas, coronado por la Forma del Bien;el VIII y el IX, que analizan los diversos tipos de constituciones políticas, con su probable origen y desenlace; se pasa revista al único correcto, la aristocracia, y a los cuatro deficientes: timocracia, oligarquía, democracia y tiranía.el X, una suerte de apéndice sobre la poesía y un mito escatológico que confirma lo que se ha dicho sobre las recompensas del justo y su alma inmortal; concluye con el mito de Er sobre el destino y el renacimiento de las almas.

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