Introducción, traducción y notas de M. ª Luisa García Sanchidrián. El volumen presenta la obra epistolográfica de Cipriano de Cartago —capital del África consular y la ciudad más importante del norte de África, si exceptuamos Egipto, de tan peculiar status— a mediados del siglo III y que protagonizó la resistencia a la persecución desencadenada por Decio en torno al 252. El epistolario, compuesto en un latín correcto y fluido —dentro del formulismo inevitable que conlleva una comunidad religiosa y una comunidad cerrada— se centra inevitablemente en los problemas que plantea la persecución y, sobre todo, los problemas que plantea la readmisión en la comunidad cristiana de quienes habían apostatado —los llamados ‘lapsos’ o ‘caídos’; más de una carta escribe Cipriano exhortando a no caer en la lenidad, excomulgando incluso a los excesivamente blandos, aunque sin ser rígidos en exceso. Son problemas que afectan a la historia del cristianismo. Hay otro aspecto que quizá presenta asimismo interés, y es el ser testigos a través de la correspondencia de Cipriano con el obispo de Roma —o la comisión de presbíteros que interinamente la rige— de una estructura de espacios eclesiásticos en el Occidente en el s. III mucho más flexible que la de épocas posteriores. Y esto también forma parte de la historia del cristianismo.

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